viernes, 2 de enero de 2015

SINDROME DE LA MUJER SALVADORA No todas las mujeres padecen el síndrome de la salvadora de forma aguda, pero todas solemos tenerla en alguna medida, o en algunas circunstancias de nuestra vida. Cuando es agudo suele tener su origen en la infancia. Se construye cuando uno de los padres, hermano, hermana o pariente está en el papel de víctima, e inconscientemente la niña se hace responsable de su felicidad. De alguna forma deja de ser una niña para asumir una responsabilidad que no es suya y que jamás podrá satisfacer. Ya de adulta, esto se convierte en un comportamiento compulsivo que hace que la mujer atraiga a su vida a personas que “necesitan ser rescatadas”, o inconscientemente intenta controlar la vida de los demás, creyendo que sabe mejor que ellas, lo que les conviene. Obviamente no estamos hablando aquí de los momentos de la vida en los cuales se nos presenta la oportunidad de ayudar a alguien, sino de un guión que se repite continuamente. La mujer con el síndrome de la salvadora necesita “salvar” a los demás para sentirse bien. Es común que las personas con este guión atraigan parejas con el papel de victima, de “pobre de mi” o “no puedo” y ellas felices y contentas les "resuelven" la vida. La verdadera ayuda es la que es ofrecida pero nunca impuesta, y la que es capaz de recibir un "no" sin ofenderse. Cuando nos liberamos del síndrome de la salvadora podemos confiar en la divinidad que hay dentro de cada persona y aceptar y respetar su camino incluso si no estamos de acuerdo con ello o nos parece equivocado. Con información de Anna M Arnau